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Miguel Aguirre es director del Departamento de Ingeniería Electrónica y Eléctrica del Instituto Tecnológico Buenos Aires (ITBA). Habló con El Cronista/Infotechnology por qué es más difícil, más allá de las cuestiones regulatorias , incorporar a la red eléctrica argentina electricidad producida por los mismos usuarios; y los motivos que hacen que sea necesario un cambio cultural y social para volver a considerar que la electricidad es una commodity que debe cuidarse.

 

¿Qué es la generación distribuida?

Se trata de independizarse de los grandes generadores de energía e instalar generadores donde puedas: es mucho más que instalar paneles solares en el medio de Salta, es instalarlos también en las casas. Y esa es la versión vieja. Hasta hace dos o tres año se hablaba de Smart Grid o redes inteligentes, que es agarrar generación distribuida y comenzar a asociarlo con inteligencia en la forma de consumir energía. Por ejemplo: ¿para qué voy a lavar la ropa a las 2 de la tarde, cuando la energía es cara, si puedo dejar el lavarropa cargado y que se ponga a lavar solo a las 4 de la mañana? Y lo mismo se puede hacer con todos los electrodomésticos. En algunos países, donde el uso de los hornos eléctricos está más extendido, ya podes “decirle” cuando queres que la comida esté cocida y el horno calcula cuándo y cómo conviene cocinarlo para aprovechar los horarios en que la energía es más barata [N. del R.: en la Argentina no hay un esquema que diferencie el valor de la electricidad en base a los picos de consumo: o sea, cobrar más caro cuando se consume más. Para obligar a quienes realmente no tienen necesidad de utilizarla a consumir en otro horario]. Esto es una Smart Grid, pero ahora estamos un paso más allá: se está estudiando cómo hacer toda la ciudad inteligente, una ciudad en donde vos integras hasta a los autos eléctricos, que consumen energía hasta que la batería queda cargada y que pueden devolver, luego, energía a la red mientras están conectados a esta. En una ciudad hay infinitas formas de cargar energía, como cuando baja un ascensor, se puede generar energía con el peso de la gente arriba del ascensor; o reutilizar los residuos como energía que proviene de procesadores de biomasa: hay que analizar a las ciudades como un único elemento en donde se reutilice todo tipo de energía que haya dando vuelta.

 

En la Argentina se está negociando en el Congreso la posibilidad de, finalmente, promulgar una ley nacional que permita inyectar energía renovable producida por los usuarios a la red. Es algo que ya existe, en una proporción muy chica, en determinadas regiones o provincias. Técnicamente, ¿qué tan complejo es ir hacia este sistema?

Tenemos un sistema eléctrico que hace 15 o 20 años era una maravilla mundial, porque es un sistema eléctrico muy poderoso conectado en forma de ramas y era muy eficiente. Ese sistema eléctrico, ahora, tiene algunos problemas técnicos para poder inyectarle energía renovable, pero esto demora la posibilidad técnica de permitir que cada uno genere energía por su cuenta. ¿Por qué? Lo que pasa es que nuestro sistema interconectado tiene puntos débiles, lo que se llama frecuencias de resonancia: tenés tres granjas solares y de pronto avanza una nube, si se nubla puede suceder que surja una ola de potencia en los paneles y en esa ola de potencia tiene muchas posibilidades de pegarle a las frecuencias de resonancia del sistema; si eso pasa, no tenés forma de pararlo: ese es nuestro sistema como esta hoy, y es lo que puede generar que algunas cargas de generadores salgan de servicios cuando no está programado que suceda. Hoy se está trabajando técnicamente en eso. El problema de nuestro sistema es que tiene a todos los generadores de energía conectado, algo que en Europa no sucede, allá los sistemas son más pequeños e independientes uno del otro.

Una Smart Grid suele incluir medidores inteligentes. ¿Son una ventaja o desventaja?

Para poder tener generación distribuida a nivel de hogares, si o si tenemos que tener medidores inteligentes. La desventaja es el gasto por tener que cambiarlo, pero la ventaja la supera ampliamente, porque el usuario puede tener más control sobre el consumo, fijar cuotas u horarios. Es una inversión que se va a tener que dar si o si. Y, cuando el usuario pueda ver la cantidad de ventajas que puede sacar, entonces va a ser mucho más fácil la instalación de estos medidores en todos lados.

¿Cómo se resuelve el problema de que la energía cueste US$ 75 MWh generar pero la tarifa mayorista sea de US$ 20 MWh y la residencial de US$ 30 MWh reduciendo o eliminando los subsidios?

Hay muchísimas cuestiones políticas y sociales en este tema por lo que hay que trabajar muchísimo con sociólogos y políticos para resolver el método de costeo de la energía eléctrica. Lo que sé es que tiene que estar relacionado con la forma en que la gente la gasta porque si no va a haber problema: quiero decir, si el sistema de costeo es injusto aparece una justificación moral para engañar, enganchándose a la red de manera ilegal, por ejemplo. Cualquier estrategia de costeo o supervisión de consumo requiere una gran acción de capacitación dirigida a toda la población, para que todo el mundo tenga conciencia de qué es lo que pasa cuando uno prende una lamparita cuando no la tiene que prender. Como acá la energía durante mucho tiempo fue muy barata, y costaba uno o dos cafés y hoy cuesta diez, entonces para qué me voy a levantar de la cama a apagar la luz del patio. Hay que generar la conciencia de que no hay que dejar una luz prendida inútilmente, esto va a ayudar a que la gente ahorre tanto energía como dinero. Y, cuando se produzca ese ahorro, la energía podrá ser más barata porque va a haber más para distribuir entre la misma cantidad de personas. Hay que hacer campañas de concientización desde el jardín de infantes.