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 GERALDINE MITELMAN –  CLARÍN
 

Micaela Puig es ex alumna del Colegio Saint Mery of the Hill y vive en San Fernando. Graduada de Bioingeniería en el ITBA, junto a una compañera creó la herramienta que identifica la reacción de las pupilas de los chicos con este trastorno.

Cuando Micaela Puig terminó el secundario en el Colegio Saint Mery of the Hills, de San Fernando, tenía muy en claro que su próxima casa de estudios sería una facultad de Ingeniería. Después de analizarlo un poco, se anotó en la carrera de Bioingeniería del ITBA y allí conoció a Manuela, su compañera y compinche. Juntas, acaban de recibirse y presentar un dispositivo médico de screening para la detección temprana del Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Las jóvenes lo hicieron a través de mediciones de la reacción pupilar a la luz y bautizaron su desarrollo con el nombre de DetecTEA, un instrumento que podría ayudar mucho teniendo en cuenta que en Argentina hay más de 400 mil personas afectadas con esta disfunción neurológica crónica.

`Empezamos con este trabajo a fines de 2017, cuando sabía muy por arriba del tema. Estuve en contacto con chicos y sus familias para saber qué opinaban si existiera una aplicación que permitiera detectarlo y la respuesta fue muy positiva. Además, como los chicos con TEA son bastante sensibles, necesitábamos saber cómo reaccionarían con nuestro modelo`, cuenta Micaela, de 25 años.

Para el diseño, tomaron en cuenta la sensibilidad de la cabeza, por eso en un principio pensaron montar un dispositivo para colocar en la cabeza y luego lo descartaron de lleno. En su lugar, idearon una suerte de trípode donde depositarlo.

DetecTEA surgió como el proyecto final de la carrera de Bioingeniería de Micaela. Funciona a través de una cámara de video que realiza una captura del ojo del paciente, que simultáneamente es estimulado de forma lumínica. A partir de esto se procesan las imágenes registradas y se obtienen parámetros que son catalogados por medio de un algoritmo de clasificación.

`La luz del dispositivo es un led verde que incentiva el ojo. Es de ese color porque es el que más lo estimula sin dañarlo. Tiene el tamaño de un celular, pero más grueso. Luego, a través de una Raspberry (como una computadora chica) envía las órdenes a la cámara. Lo que se analiza es cómo se contrae el ojo y el tiempo de latencia, que es entre que se prende la luz hasta que se empieza a contraer. Esos parámetros son distintos y tardan más en chicos autistas`, explica Micaela.

`El paciente tiene que estar en un cuarto oscuro, se graba el ojo unos segundos y vemos con la cámara cómo se contrae el ojo y a partir de eso obtenemos distintos parámetros, como por ejemplo cuánto tarda entre que se prende la luz y se contrae, o cuánto se contrae el ojo. La idea es usar un trípode como hicimos hasta ahora y algún tipo de soporte para que sólo apoye en el mentón y que esté cerca de la cámara`, contó Mica.

Las chicas obtuvieron con su desarrollo el primer puesto en #PotenciateTecnológico, el programa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que premia ideas innovadoras por el cual recibieron $200 mil más un tutelado de plan de negocio. Y el mes pasado la Legislatura Porteña las reconoció por el desarrollo innovador.

Actualmente dependiendo de la edad, existe un cuestionario para generar una primera detección del autismo. `Nosotras estuvimos en contacto con chicos de siete años en promedio y lo que nos decían las familias es que un diagnóstico rápido es muy importante para empezar a estimular y bajar el nivel de autismo. Y esto no sólo es fundamental para el chico sino para la familia que lo atraviesa`, agregó Micaela.

Las jóvenes aseguran que haber ganado un concurso, y esa distinción, las estimula a pensar en que se pueda desarrollar un prototipo que en un futuro `pueda ser comercializado y estar a disposición de la comunidad`, deseó Mica.