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SEBASTIÁN CAMPANARIO   LA NACIÓN   LINK A NOTICIA ONLINE

En su novela Fiesta, el escritor estadounidense Ernest Hemingway describía a un personaje que entraba en bancarrota “primero de manera gradual, y luego en forma abrupta”. Para los más entusiastas con el futuro de blockchain, la tecnología que está detrás de las criptomonedas bitcoin y de otros miles de proyectos, algo similar sucederá cuando este “código mágico” se masifique: infinidad de negocios, costumbres de la vida cotidiana y hasta políticas estatales se modificarán “primero en forma gradual, y luego de manera abrupta”.

Blockchain es una red global descentralizada, similar a un libro contable abierto, en donde se asientan todas las transacciones de bitcoins del mundo. Pero los activos que se pueden certificar allí exceden a esta moneda virtual: pueden ser bienes, servicios, contratos legales y hasta personas que se asocian a un “bloque” de código que luego se encadena con otros (de ahí su nombre).

La efervescencia por este fenómeno es tan intensa que no sólo se pronostica la decadencia de un sinfín de profesiones e instituciones que en la economía se dedican a “proveer confianza” (abogados, contadores, escribanos, auditores, managers de fondos de inversión, bancos, instituciones gubernamentales, entes regulatorios, etcétera) sino el final, también, de empresas de la nueva economía como Uber o Airbnb, porque esta nueva tecnología permite (en teoría) eliminar cualquier tipo de intermediario que se quede con un fee en el medio de una operación. La confianza surge de un esquema descentralizado, donde todos los “nodos” (usuarios o computadoras) comprueban que cada operación sea válida.

La idea surgió hace menos de 10 años para respaldar la difusión de los bitcoins, como cuenta Nathaniel Popper en su reciente e indispensable libro Digital Gold, (“Oro digital”), el best seller que repasa la historia del boom de la criptomoneda más exitosa, y que incluye la participación de varios protagonistas argentinos (desde el fundador de Patagon Wenceslao Casares a emprendedores que aprovecharon esta veta para saltearse el cepo de Guillermo Moreno).

En busca de consensos

Para de Gregorio, Blockchain “nos permite realizar cualquier tipo de transacción en forma práctica, segura y a muy bajo costo a través de internet, con la posibilidad de almacenarla en forma prácticamente ilimitada en la nube; y también es posible que todas estas transacciones se definan en forma autónoma”. Por ejemplo, hay iniciativas para crear un mercado global de capacidad ociosa computacional -algo parecido al proyecto SETI de búsqueda de inteligencia extraterrestre por el cual se alquilaría el tiempo no utilizado de nuestras computadoras a quienes lo necesiten a cambio de dinero, en forma automática. La intersección entre esta tecnología y las “economías por compartir” podrían hacer que mercados “de persona a persona” para autos, propiedades y otros bienes y servicios funcionen en forma directa sin la necesidad de un tercero que provea la confianza.

Más allá del dinero

“Yo creo que el mundo de los activos certificados en blockchain es inmenso. Pensemos en la certificación de propiedad de tierras en países con gobiernos autoritarios con tendencia a hacerse de activos de disidentes, o poder trazar el camino de activos farmacéuticos”, dice Pía Mancini, quien trabaja desarrollando una plataforma sobre blockchain y en el proyecto DemocracyEarth.

En diciembre pasado, Mancini y su marido, Santiago Siri, inscribieron a su beba Roma en blockchain, como una forma de que tenga un registro de ella inmutable, siempre accesible y que no dependa de ningún gobierno. Un mes más tarde fue registrada en la misma plataforma Josefina, hija de Juan Lian y Sofía Van Thienen, por iniciativa de Ripio, una billetera de bitcoins argentina, donde Sofía lidera el equipo de desarrollo comercial.

Si los 7400 millones de habitantes del mundo siguieran los pasos de Roma y Josefina, podrían contar con una identidad persistente, con una reputación portable, que no depende de los gobiernos y que permitirá eventualmente hacer todo tipo de operaciones y obtener un préstamo directo de otra persona en las antípodas del mundo. En este mundo nuevo, las identidades nacionales se vuelven cada vez menos relevantes.

Más allá de estas aplicaciones que pueden parecer de ciencia ficción (pero que son ya hoy posibles a nivel tecnológico), en el corto plazo Jardi cree que para la Argentina el mayor potencial de uso de esta tecnología emergente pasará por agilizar el comercio de servicios de alto valor agregado entre profesionales a nivel internacional. “Quienes puedan crear valor a distancia, como diseñadores, programadores, psicólogos o escritores podrán ofrecer sus servicios a todo el mundo por una vía mucho más eficiente que la del actual sistema financiero internacional”, explica.

Pero el desarrollo es tan reciente que aún surgen muchas dudas y voces críticas. ¿Cómo se mejorará el código y los incentivos para asegurarle a blockchain una larga vida?¿Qué pasará con los problemas de seguridad, velocidad, costo y regulaciones? El robo de 64 millones de dólares cometido por hackers en la plataforma de dinero virtual descentralizada Ethereum en junio provocó una seguidilla de artículos decretando la “muerte” de estas prácticas. En la comunidad de bitcoin ya están acostumbrados a leer obituarios varias veces al año.

Mientras tanto, el valor de esta criptomoneda pasó de cero hace siete años a mil dólares por unidad en la actualidad. Nada mal para un proyecto alocado impulsado en su momento por un grupo de genios anárquicos, a los que las entidades financieras miraban con desprecio. Ahora esa percepción parecería haber comenzado a cambiar y aunque aún es casi imperceptible para la sociedad, el desarrollo sigue ampliándose.

“El desafío que tenemos es el de imaginar cómo se trasladará todo esto a la realidad, ya que la difusión tecnológica ocurre por capas, con varias dinámicas que conviven por un tiempo, no hay un reemplazo absoluto de la noche a la mañana”, señala de Gregorio, “lo que sí es seguro es que debemos asumir, como dijo una vez Paul Valéry, que el futuro ya no es lo que era”.