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¿Cuáles son los criterios básicos para garantizar el crecimiento de la Universidad? El Ing. José Luis Roces ofrece un análisis en profundidad.

Un viejo refrán marino dice: “Cuando el mar está calmo, cualquiera puede tomar el timón”. En la Argentina, sólo encontramos algunos cortos períodos donde este pensamiento se aplica. Nuestra inestabilidad estructural, acompañada de déficits fiscales y comerciales, devaluaciones e inflación; nos obliga desde la “macro” a dirigir instituciones con prudencia y gran agilidad decisoria.

Luego de cincuenta años de profesión y más de treinta y cinco dirigiendo organizaciones, uno ha aprendido unos pocos conceptos clave para no perder el rumbo en los mares tempestuosos.

En sus casi 60 años de existencia, el ITBA, como universidad ha logrado prestigio por su excelencia académica. Pero ello, no asegura el futuro mucho tiempo, si los responsables de su dirección no nos guiamos por algunos criterios que he mencionado.

¿Cuáles son? Primero, la efectividad operativa, o sea, agregar valor en la actividad principal. En nuestro caso es la formación en tecnología, tanto en carreras de ingeniería y gestión. Eso implica estar actualizados en los conocimientos, disponer de los equipamientos adecuados y un cuerpo docente y de investigación con capacidad y apasionamiento por su labor.

Segundo, la eficiencia presupuestaria, que radica en disponer de un equilibrio entre ingresos y egresos. Nuestra universidad es una fundación, como tal es una organización sin fines de lucro que se sustenta en los ingresos de sus matrículas, servicios y en donaciones. No tenemos otras fuentes de fondos. Si gastamos más de nuestros ingresos, nos endeudamos y en el tiempo ello conducirá a quebrantos de difícil solución.

Tercero, la eficacia directiva: gestionar todos los recursos en forma coherente y consistente con los planes estratégicos de la Universidad. Ello implica seleccionar, desarrollar y motivar a un cuerpo directivo que ejercen una “gestión responsable”, asumiendo los dos criterios anteriores y rindiendo cuenta en forma periódica de sus actos y los de sus colaboradores.

En estos criterios, en mi experiencia, se resume una buena dirección. En el mar tormentoso, los tres se ponen a prueba. En estos días, la eficiencia presupuestaria, nos exige ser muy cautelosos en las decisiones relacionadas con los ingresos, frente a una sociedad que sufre de un ajuste, después de una crisis devaluatoria de la magnitud reciente. Como correlato, los costos y gastos deben ser revisados previamente a su ejecución. En estas épocas, hay que saber elegir lo  que se puede o debe postergar y lo que se debe privilegiar. En esa capacidad reside la eficacia directiva. Y en todo momento no se puede dejar de tener presente que la efectividad operativa, sustentada en el aprendizaje de nuestros alumnos nunca puede ser olvidada, ni postergada.

Estamos navegando en un mar tormentoso, es el momento donde cada uno debe ocupar el lugar que le corresponde en este buque exitoso que se llama ITBA. Es un momento de generar confianza y mucha comprensión. No dudo, que estamos en condiciones de llegar a buen puerto.