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El Dr. Ing. Matías Madorno, docente de Bioingeniería, analiza los recursos y la posibilidad de que Argentina se convierta en un referente global de esta área.

El avance de las ciencias médicas en el cuidado de los pacientes es indudable. Gran parte de este crecimiento fue acompañado por el desarrollo de la tecnología de la salud. Sin embargo, hay mucho por hacer. El progreso de la investigación biomédica permite entender cada vez mejor los mecanismos de enfermedad, al generar la necesidad de soluciones prácticas que la bioingeniería puede ofrecer a partir de la gestación de técnicas de diagnóstico y tratamiento rápido y eficaz. El alto grado de especialización de la medicina conlleva a que el espacio para el desarrollo de tecnologías específicas sea muy grande. En particular, la bioingeniería es un área de la tecnología que requiere la comprensión de los elementos técnicos de la ingeniería y la complejidad de los procesos de salud-enfermedad.

Actualmente en Argentina existen alrededor de 400 empresas que fabrican equipamiento médico de naturaleza muy variada; sobresalen desde compañías de metalmecánica, electrónica o de productos plásticos. El perfil exportador es menor, solo una docena son las que habitualmente exponen sus productos en las ferias internacionales de equipamiento médico.

Los productos innovadores de la tecnología de la salud pueden desarrollarse en cualquier lugar del mundo y es innegable que en el ámbito local hay un gran potencial por la capacidad de las personas, como también inmensa creatividad para resolver problemas y una resiliencia importante para subsistir. El mundo de la medicina necesita cada vez más tecnología especializada en lo que respecta a los diferentes patologías y tratamientos específicos. Los productos médicos innovadores poseen un muy alto valor agregado y requieren trabajo altamente calificado. Fortalecer nacionalmente una industria de base tecnológica de alto valor agregado representa una fuente adicional de exportaciones y mejora la marca país. No obstante, hay distintas barreras de entrada: el equipamiento médico tiene un marco regulatorio internacional exigente que implica un costo de entrada al mercado. Argentina está lejos, geográficamente, de grandes mercados como Estados Unidos, Europa, China y Japón. Si bien con las comunicaciones actuales estamos más cerca, ir a visitar a un cliente es caro en tiempo y dinero, lo mismo sucede al mandar envíos pequeños; es más costoso el flete que el producto.

Hay que tener en cuenta, además, que el mercado del equipamiento médico requiere de constancia, ya que es lento para incorporar cambios (se tarda en entrar, pero también en salir). Y, a su vez, la inestabilidad económica crónica local obliga a estar continuamente adaptando los productos y procesos a la nueva situación. Es claro que hoy en día existe un potencial de expansión de la tecnología de la salud, Argentina podría aprovechar esta circunstancia y generar un polo de reconocimiento global. Así como en el software el país cuenta con una impronta importante, la bioingeniería también podría ser otro eje de posicionamiento.

Existen programas actuales como Exporta Simple que facilitan la exportación de pequeñas cantidades. Se podrían complementar con programas que fomenten la certificación internacional del marco regulatorio de los diferentes países o que empresas certificadas ayuden a encubar nuevos emprendimientos, facilitando así el ingreso a los mercados internacionales de las empresas nacionales.

Para aprovechar esta oportunidad las posibilidades y las estrategias son variadas. Sólo resta accionar.